La ciudad de Carcasona

Al lado de la autopista que une el Atlántico con el Mediterráneo, y a sólo unos 60 kilómetros de éste último se halla Carcasona, una de las ciudades de interés del sur de Francia, especialmente atractiva por su vieja villa fortificada, la Cité, que está en la Lista del Patrimonio Universal de la UNESCO, desde 1997.

Rosellón: Carcasona Carcasona (Carcassonne en francés) es la capital del departamento de Aude, en la región Languedoc-Rosellón. Su ciudad amurallada fue declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Está situada a medio camino entre Perpiñán y Toulouse, al sur de Francia.

Es la ciudad fortificada más grande que se conserva en Europa, y testigo mudo de un tiempo violento e intransigente.

Datos Generales de Carcasona:

Nombre población: Carcasona
Nombre local: Carcassonne
País: Francia
Región: Languedoc-Roussillon
Población: 49.600 habitantes

Carcasona es una población ubicada en la región de Languedoc-Roussillon, en Francia.

La nueva y la vieja Carcassonne

Carcasona se encuentra a orillas del rio Aude, que nace en el Pirineo y desemboca en el Mar Mediterráneo, y que la divide en dos.

Al oeste de la corriente del río Aude se levante la Cité, la vieja ciudad con vestigios de época romana y medieval, ceñida por unas murallas tan bellas como espectaculares.

Al otro lado del río se halla la ciudad más nueva, de origen medieval y traza rectilínea, que guarda algunos puntos de interés, que no nos podemos perder.

Para unir las dos partes, originalmente se construyó el Puente Viejo.

La Cité, la urbe medieval cercada de murallas, es un recinto de gran valor, que fue restaurado en el siglo XIX por Viollet le Duc.

Historia de Carcasona

Asolada en las luchas contra los albigenses, la ciudad amurallada de Carcasona, la Cité, fue reedificada luego por los reyes franceses.

Fue algo así como una ciudadela inexpugnable, preparada para defender el reino francés del peligro español.

En 1659, mediante la Paz de los Pirineos, España perdió las tierras ubicadas al norte de la cordillera pirenaica, y Carcasona dejó de ser un baluarte estratégico. Poco a poco, los altivos muros edificados desde época romana hasta el siglo XIV fueron derruyéndose.

La vieja ciudadela fue quedando sola, y las elevadas torres se trocaron en atalayas de vigilancia para las águilas y solana de lagartijas.

Pero en plena época romántica, apareció un salvador para aquella enorme fortaleza medieval desprovista de expectativas de futuro: Viollet le Duc (1814-1879), un arquitecto clave en la conservación del patrimonio. En el inicio de los años 30 del siglo XIX, había surgido en Francia un movimiento conservador y restaurador de edificios antiguos.

En una Francia cansada de los desmanes de la época revolucionaria, con una monarquía absoluta ansiosa por entroncarse con un pasado glorioso, la arquitectura sirvió a la par para imitar la imagen imperial romana y la brillantez de las construcciones medievales, tan caras a los románticos.

Viollet le Duc, arquitecto de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos, desplegó una gran actividad en lugares como París (Sainte Chapelle y Notre Dame), Vezelay, Puy en Velay, Tolouse, Carcassone, etc. Fue él quien hizo que la Cité de Carcasona reviviese en todo su esplendor y adquiriese ese aspecto formidable que sorprende hoy al viajero cuando éste contempla la que es –sin duda– la mayor fortaleza de Europa.